In the break of Dawn [Entrenamiento/Captura]

La verdad es que no sé muy bien qué me llevó a despertarme temprano y salir junto con Eevee del centro comercial, sola, dejando a Izz durmiendo en la litera de arriba del centro pokémon.
Tal vez es que, por mucho que dijera que no me había afectado la derrota en el primer combate, sí lo había hecho. Eevee era muy importante para mí, y ver que había caído ante ese Aipom tan fácilmente… El ver su cuerpo inmóvil en el suelo, cubierta de polvo…
Todavía me estremezco ante la idea, pasen los combates que pasen.
Dejamos el centro comercial cuando el sol apenas había salido. Se notaba un ambiente húmedo debido a la brisa, con el rocío sobre la hierba alta. Eevee saltaba entre los arbustos, parecía que el ataque no le había afectado tanto como a mí. Seguía igual de alegre que siempre, y en parte eso me hizo mejorar.
- Bueno Eevee- Comente, deteniéndome en mitad del claro y mirando alrededor.- Será mejor que entrenemos, no quiero que vuelva a pasarte nada malo…- Me acuclillé a su lado, y Eevee se subió a mis rodillas con sus patas delanteras, dándome un lametazo en la mejilla. Sabía perfectamente cómo me sentía, y que hiciera todo lo posible para ayudarme a sentirme mejor era suficiente para alegrarme. Volví a levantarme, inspirando hondo.-Es hora de entrenar.

No es que pensara entrenar sola, por eso no tuve problema alguno en que apareciera un pequeño Igglybuff. Era una bolita rosa, adorable que correteaba alrededor del claro en el que estábamos estirando antes de entrenar. Eevee me miró impaciente, y yo sonreí.
- Está bien, sé que lo estás deseando, pero tómatelo con cuidado, ¿está bien?- Miré a Igglybuff, no parecía ser difícil, pero tampoco quería volver a confiarme. Apreté los labios, humedeciéndolos antes de volver a hablar.-¡Usa mordisco, Eevee!

De nuevo, nada. Comenzaba a creer que nunca cambiaría mi suerte ni mi puntería con las pokéball. El Igglybuff al ver que intentaba capturarlo se enfurruñó un poco y empujó a Eevee, así que por precaución la guardé en la pokéball, ya estaba muy débil. Ni siquiera se resistió, creo que había acabado del todo con ella. Cuando vio que lo dejaba libre, la pequeña bolita rosa saltó, chilló algo que no llegué a entender y me dejó ahí, sentada en un tocón que estaba en la linde del bosque, convenientemente colocado para que le diera el sol.
Saqué mi libro, llevaba varios días sin leer nada y comenzaba a tener algo de vicio. En parte ahora lamento mi decisión, tal vez podría haber cogido algún libro de la biblioteca del centro pokémon, podría haber sido interesante. Cuando comenzaba a acalorarme por el sol, noté movimiento en la pokéball e Eevee volvió a aparecer.
- Hombre, buenos días dormilona. Estás debilucha, ¿eh?- Cabe decir que comenzaba a sentirme de mejor ánimo con respecto a mis derrotas, pese a que quería mejorar al instante y una parte de mi me exigía forzar a tope a Eevee, la quería demasiado como para siquiera intentarlo. Cerré el libro y di un par de golpes sobre mi regazo para que descansara un poco más, ella saltó como un resorte, acurrucándose y buscando la comodidad de mi tripa.-No quiero forzarte, y en la pokéball descansas mejor. ¿seguro que no quieres volver ahí? Podemos seguir entrenando más tarde
No lo dije por nada, notaba a Eevee respirando de manera entrecortada y carecía del brillo habitual en su mirada. Acabó cediendo y volví a guardarla en la pokéball. Sabía cómo cuidar de ella. Me sentí un poco mal, no me gustaba estar sola, pero no me quedaba más remedio si quería que se mejorase cuanto antes.
Con un suspiro, volví a abrir el libro.

El sol comenzaba a molestarme cuando me giré y cerré el libro, ya no podía leer sin que la luz me molestara en cualquier ángulo, así que me levanté para mirar alrededor.
Unos ruidos se escucharon en la maleza y retrocedí, asustada. Casi en ese mismo instante, y comprendiendo que nuestro nivel de empatía era tal que Eevee podía sentirme a través del metal de la pokéball, la esfera comenzó a vibrar en mi bolsillo, y el pokémon saltó a la carga como nuevo.
De verdad, es una maravilla lo de las pokéball, si existiera una tamaño persona, creo que dormiríamos mucho menos y nuestros días serían más productivos.
Pero me desvío del tema.
Un Sunkern apareció entre la maleza. Era un pokémon tipo planta, como Bellsprout, aunque más pequeño.
La verdad es que era adorable, pero tenía cara de pocos amigos y parecía dispuesto a luchar.
Eufórico, lo que me faltaba. Ni siquiera había podido con un Igglybuff alegre.
Tampoco parecía que aceptara una huída, pese a que, pensándolo bien, no es que tuviera mucha velocidad. Miré a Eevee de refilón. Ella tampoco parecía que quisiera escapar así que, sin muchas opciones, me dispuse a pensar un ataque.
-Prueba con rapidez, dudo que pueda esquivarlo como el Aipom.- Comenté. Temía un poco a ese ataque desde que me había fallado, pero no podía estar ignorándolo solo por un fallo que había tenido, así que me convencí a mi misma de que iba a ir bien, y esperé impaciente a ver qué pasaba.

¡De lleno! Salté de la emoción al ver cómo el Sunkern era embestido de golpe por el ataque Rapidez, haciendo que cayera de espaldas y ni siquiera pudiera atacar a Eevee. Parecía que solo había sido una mala racha y nuestra confianza estaba aumentando de nuevo, o eso quise creer, aunque tal vez fuera pronto par confiarme.
De todos modos era una buena ventaja y decidí aprovecharme de ella, aunque concedí al pobre Sunkern el tiempo suficiente para levantarse, había que ser honrada a la hora de combatir.
-¡Muy bien Eevee, ha sido un ataque impresionante!- Que no se dijera que no animaba a Eevee, yo en realidad iba para animadora, lo tengo claro.-¡Aprovecha la ventaja y usa ataque rápido, que no vea de dónde viene el ataque!

Pv. 50 VS PV. 25

El Sunkern se quedó esperando y justo en el último instante saltó sobre Eevee, haciendo que la pobre se diera de golpe contra el suelo, y luego cayendo sobre ella. La verdad es que eso de anunciar el ataque de mi pokémon no era una buena idea, pero ¿qué iba a hacer si no? O me inventaba con Eevee un idioma secreto, u organizábamos todo un complejo sistema de ataque basado en el tipo del pokémon y los ataques que presente... Pero entonces no haríamos nada y me pasaría el día en la biblioteca, y tampoco era eso la cosa.
-Está bien, pues ya que está dispuesto a saltar, usa mordisco, a ver si escapa de esa- Sonreí, mirando al Sunkern. Eevee también parecía divertida por el comentario, y saltó moviendo la cola con ilusión, dispuesta a lanzarse sobre el Sunkern.

Pv. 45 VS PV. 25

Pues el Sunkern de verdad se preparó el ataque bien y cuando Eeee le mordió, aprovechó para utilizar hoja afilada. Antes de que me diera cuenta Eevee retrocedía esquivando las hojas y el Sunkern luchaba por mantenerse en pie.
Sonreí, en el fondo, estaba justo donde deseaba que estuviera.
-Está bien, Sunkern, voy a darte una oportunidad. Si quieres descansar en la pokéball estás en tu derecho. Si no...- Comenté, con otra pokéball en la mano. Digamos que no me daba demasiado por vencida, y me había impresionado la tenacidad del Sunkern.
Él sonrió, estoy completamente segura de que me retó. Temí estar malgastando la oportunidad de debilitarlo, pero... No quería darme por vencida.
Lo medité, no voy a mentir. Estuve mucho tiempo meditando, o al menos los segundos se me hicieron eternos.
Pero lancé la pokéball.

Pv. 20 VS PV. 10

Lo sabía, ese pokémon era demasiado tozudo como para acabar conmigo. Estuvo dentro de la pokéball (cosa que me ilusionó porque había conseguido apuntar bien), pero sin embargo salió tras pocos segundos, sobresaltando a Eevee, le dio un fuerte golpe antes de correr al bosque y, aunque Eevee quería ir tras él, negué y saqué de mi bolso una manzana.
-Hora de desayunar y descansar, venga- Susurré, partiendo la manzana en dos cachos. La verdad es que comenzaba a desmoralizarme un poco y necesitaba un tiempo para mi. Eevee accedió a guardarse en la pokéball, aunque le prometí muchos besos y abrazos cuando volviéramos al centro pokémon. Y un baño, estaba hecha un asco.
Me adentré en el bosque unos metros, había visto un árbol de cerezos que me había llamado y estuve recogiendo en una bolsa todas las que tenían buen aspecto. Al cabo de un rato la bolsa estaba llena y el cerezo solo había perdido un cuarto de los frutos, y eso que había picoteado. Volví al tocón en el que antes me había sentado a leer para ir preparando un buen desayuno para cuando Eevee saliera de su pokéball.