Debemos ponernos en forma {Entrenamiento}

No sabía qué tan poco preparado estaba para las batallas dobles. Aunque Bonsly parecía manejarlo a la perfección, había subestimado al bicharrajo que con Placaje había dañado a Hoothoot que contraatacó con picotazo. Pikachu había usado Impactrueno, cosa que no le hizo mucho daño a Bonsly por ser tipo roca. Al final era una cosa favorable que se camuflara como tipo planta.

No sabía realmente hacia donde dar las instrucciones. Quería dejarle el trabajo a sus pokémon pero no sería justo.
-Hoothoot, mantente en el aire y usa Ataque ala. Bonsly, usa Lanzarrocas, ten cuidado por si usa algún ataque distinto al eléctrico -se sentía como todo un estratega de guerra.

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Era como mirar dos mundos distintos. Uno con la victoria asegurada puesto que Bonsly se las había arreglado bien y estaba por derrotar a su contrincante. El otro era mucho más probable que fuera un condenado empate, otra vez. Quizás Hoothoot no estaba hecho para el combate. Nunca se había preguntado eso, pero se veía que el pokémon se esforzaba al máximo. Después de todo eran empates y no derrotas.

-Repite la misma estrategia Bonsly. Hoothoot, resiste, usa Ataque ala, ¡ten cuidado! -ordenó. Esta vez fijó la mirada en Hut. Rogaba para que saliera victorioso.

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Lamentablemente Hoothoot cayó a manos del insecto y viceversa, ambos quedaron sin voluntad de pelear. De hecho, el único que parecía moverse libremente y con felicidad era Bonsly.

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-Muy bien, me has sorprendido. Creo que es tu primera batalla Bonsly -le dio una baya para que recuperara su fuerza mientras iba donde Hut y hacía lo mismo-. Has peleado hasta lo último, te felicito.

Se levantó mientras el pokémon se recuperaba y se preguntó nuevamente por el gusano amarillo. Eso no era normal, al menos no era común. Tomó una pokébola de su mochila y la lanzó en su dirección.

La pokébola tembló unos momentos y luego liberó a Caterpie. No le hacía sentido que estuviera completamente debilitado y la cosa no lo atrapara. Quizás eran de mala calidad.

-E... Esto no se va a quedar así. Aunque pase el resto del día intentándolo, voy a atraparte -Bonsly y Hoothoot estaban a su lado, animándole. Hut fue hasta la pokebola fallida y se la devolvió a su amo. Este lo intentó con la misma, siempre tan testarudo.

Esta vez la bola terminó bien su trabajo y podía decir con seguridad de que tenía un nuevo integrante en el equipo. No esperaba capturar nada pero esta no era una mala adquisición. Seguramente en los concursos valdría un poco más que fuera de un color extraño.

Hoothoot estaba posado en su hombro, algo deprimido por no haber ganado. Él le acariciaba la cabeza de vez en cuando para calmarlo a la vez que caminaban. La próxima sí que sí, se decía a si mismo.

De la nada, apareció el pokémon más horrendo que se había encontrado hasta ahora. Había visto cosas feas, pero esto les ganaba por mucho. Su cara era alelada y un líquido extraño se derramaba por su boca. De algún modo le parecía familiar su forma y pronto lo asoció con alguna evolución de Oddish. "No, no, debe ser un error. Oddish no puede transformarse en una cosa tan fea... No, no puede ser. Estoy imaginando cosas" pensaba mientras retrocedía en otra dirección para evitarlo.

La fealdad de la pobre criatura de verdad le había dejado impresionado. El corazón le latía y no dejaba de mirar en su dirección para ver si lo seguía. A la vez, lanzaba miradas a la pokebola de Oddish, preguntándose si sería verdad o no lo que se estaba imaginando.

Iba distraído y no notó como algo se cruzaba en su camino. Bastó solo un golpecito para que el pokémon se pusiera echo una furia.

Cuando lo miró fijamente quiso pensar en que había entrado en la zona de pokémon horribles. Sus cuernos filosos y con púas, su boca vertical que mostraba sus dientes y la poca iluminación del bosque lo hacía una criatura horrenda. Incluso Hoothoot se asustó frente a semejante atrocidad de la naturaleza pero en seguida se puso en guardia, listo para pelear. Quizás presentía que los perseguiría si escapaban, así que, sin órdenes de su entrenador, decidió atacar.

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Hut parecía no saber que sus cuernos se cerraban y al querer atacarlo desde arriba quedó atrapado entre ambos. Usando Picotazo y dañando al enemigo logró escapar y asestar algo de daño. Era impresionante que pudiera hacerlo mientras su entrenador estaba con pánico, mirando desde un poco más allá.

-H... ¡Hut! ¡Usa ataque ala! Ten cuidado con su boca y cuernos -si quería lograr atacar sin salir dañado debería hacerlo desde las espaldas del pokémon. Sin embargo no quería decirlo en voz alta para que el otro no predijera sus movimientos.

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Al parecer Hut sintió lo que quería ordenar Victor, pero no logró rodearlo completamente. Su ala impactó contra el enemigo pero este con sus dientes le dañó igualmente. La pelea se veía un tanto dispareja, con el enemigo perdiendo pero realmente cualquier cosa podía pasar.

-Bien Hoothoot, resiste. Usa picotazo -ahora, más que aterrado, parecía colaborar más. De hecho se veía inconscientemente haciendo cosas para distraer al enemigo.

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Picotazo hizo su trabajo y derribó al mastodonte al suelo. No podía creer que lo hubiese derrotado y menos que todo se había iniciado porque Hut quería protegerlo. Ni si quiera pensaba en atraparlo, era demasiado feo como para que le fuera de utilidad.

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Mientras Hoothoot se recuperaba, él pudo notar como se veía más fuerte y confiado. Quizás era porque se sentía confiado... o porque de verdad se hacía más fuerte y estaba acercándose a la evolución.

Al principio pensó que lo que le cerraba el paso era una planta extraña, pero luego logró ver bien que era un Pokémon. Había tomado el camino de regreso para no toparse con bestias más horribles que el último Pinsir y al parecer había resultado porque este parecía inofensivo.

Ambos comenzaron a caminar despacio y a intentar rodearlo. Si se despertaba quizás no sería tan inofensivo.

Habían estado tranquilos por bastante tiempo y en el fondo, aunque estuviera oscuro y el miedo de perderse fuera grande, era agradable el silencio y la sombra de los árboles. No se habían salido del camino en ningún momento, así que podían disfrutar sin necesidad de estar muy pendientes de su rumbo. Al rato, como veían que nada salía de entre la espesura de los árboles, repitieron la misma técnica de golpear un árbol. Al parecer era la hora de la siesta por el bosque, porque al segundo siguiente un arbusto comenzó a moverse.