Saliendo a conocer el mundo [Entrenamiento]

Habían pasado tres horas desde que se había “escapado de casa”, se sentía bien, se sentía malo, se sentía especial porque su hermano había echo todo lo contrario al contarlo con anticipación... Si es que decirlo en la presencia familiar el mismo día se considera anticipado. Tal era su adrenalina que no se daba cuenta de su estupidez. No había salido de Ciudad Trigal... No se había alejado ni cinco cuadras de su apartamento. Lo único que había echo era lo que sabía hacer, caminar como un caracol, comprar sus primeras pokebolas con cara de maniaco e ir y volver por la misma calle sin saber en que dirección ir. Como no tenía un rumbo fijo su subconsciente lo llevaba por caminos que ya conocía, algo que no ayudaba a sus planes de fuga. Hoothoot estaba sentado encima de su cabeza desde hace rato, cansado de seguir a su amo volando, ululando en tono de reproche. Al menos habían avanzado al surtirse de pokebolas y él parecía dispuesto a internarse en la zona salvaje de la ciudad, solo que no podía controlar su cuerpo con lo desordenada y llena que estaba su mente. “Qué hago, a dónde voy, ¿me alejo de la ciudad a como de lugar o me quedo hasta el amanecer de mañana?, ¿qué hizo Demian, a dónde fue primero?, no, no, no pienses en él idiota. Serás un coordinador, no un entrenador mugroso como él”
Hut tuvo que sacarlo de su transe picoteándolo con fuerza y como aún así parecía medio tonto usó Confusión para mover sus piernas en dirección a la zona salvaje que colindaba con la ciudad.

Había llegado, estaba ahí por fin. No lo podía creer y la adrenalina fue tal que logró sentir las piernas de nuevo, que se le habían semi-dormido por culpa de Confusión. Hoothoot parecía estar también entusiasmado pero no sabía que su dueño era tan inútil para las batallas como una babosa recién venida al mundo.
-Bien, aquí estamos, tú y yo contra el mundo Hut -decía intentando sonar seguro pero muy dentro de sí lo único que quería era volver a su habitación y ver como la gente atrapaba pokémon por la tele. Pero no podía retractarse ahora que había visto a su amigo tan entusiasmado… Y claro, si volvía a casa y alguien había leído la nota sería demasiado vergonzoso. Contó hasta tres y se lanzó a la vida, sin saber que iba a aparecer por esa zona.

-¿Pero qué…? -alcanzó a decir mientras miraba a ese pequeño y lindo pokémon salir de un arbusto cercano. Esperaba una bestia enorme dispuesta a atacar y en cambio esa cosita rosada parecía salida de una tienda de dulces. Se sentía mal por tener que atacar a una criatura tan pequeñita (hasta indefensa, pensaba) pero Hoothoot ya estaba listo para la pelea. Sus ojos se veían amenazantes y parecía concentrado en oír instrucciones, Victor no sabía si habría peleado en estado salvaje, de hecho no sabía nada del pasado de su Pokémon.
-Hoothoot, te dejo este movimiento a ti -le confió a Hut, que parecía decidido a luchar con todas sus fuerzas.

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Hoothoot atacó con placaje, que habría dado de lleno de no ser por el rápido movimiento de Cleffa para esquivarlo. No parecía haberle echo mucho daño y, al bajar la guardia porque la cosita rosada era demasiado linda como para atacarla a rajatabla, aprovechó para usar Destructor. Al recibir el ataque sin resistirse el daño parecía mucho. Hut retrocedió algo aturdido y adolorado.
-Hu… ¡Hut, usa Confusión! -gritó pensando en que su amigo estaba desorientado y no podría oírle. Pensaba que sería efectivo, puesto que ese ataque lo usaba mucho para hacer bromas por la ciudad. Hoothoot se concentró e inició su ataque.

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Por un momento el cuerpo de Cleffa brilló y se alzó a poca altura. Parecía en malestar y molesto, lo que se agravió cuando Hoothoot lo dejó caer al suelo. Parecía haberle echo más daño que Placaje y eso le entusiasmó. Pensaba que estaba ganando y un escalofrío le recorrió la espalda. Con razón muchos de sus compañeros de escuela dejaban de asistir para dedicarse a los Pokémon. La imagen de su hermano lo molestaba de a ratos. No quería sentirse inferior a él en este ámbito, no ahora que había encontrado algo que le producía esa sensación. Cleffa volvió a usar Destructor pero esta vez el equipo estaba preparado.
-Esquívalo Hut… ¡Usa Confusión otra vez! -Hoothoot se apresuró y voló para esquivar el ataque oponente pero no fue lo suficientemente rápido y le golpeó un ala. No parecía haberle afectado mucho y desde el cielo se preparó para usar Confusión nuevamente.

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Cleffa ya parecía esperárselo porque se le veía en guardia, sin embargo Hut cambió la forma del ataque y removió la tierra buscando piedras adecuadas para controlarlas y asestar un golpe. El terreno no era muy colaborador y el daño no parecía mucho, sin embargo podía verse el agotamiento en la cara del Pokémon contrario. El Cleffa no se quedó quieto y usó Golpe Cabeza, que derribó a Hoothoot del cielo y cayó en sus patas. Al mirar a Hut, pudo darse cuenta de que se veía cansado, un poco más que su oponente. Le entró pánico por un momento y luego recordó las pokebolas que había comprado hace un rato. Sacó una de su mochila, que casi se le cae por culpa de sus manos temblorosas. Al tacto se amplió, asustándolo momentáneamente.
-¡Hut, no te preocupes, la batalla termina ahora! -lanzó la bola en dirección al Cleffa. Había visto muchas veces esa acción en la tele y sólo quedaba una alternativa: quedaría atrapado.

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Ya se encontraba celebrando la captura de su primer pokémon (primer captura normal), cuando algo que no esperaba sucedió de repente. La pokebola se abrió liberando al Cleffa, ahora furioso. Enseguida, en vez de seguir concentrado en batalla, su mente viajó a su interior para culparse de haber echo algo mal en la captura. A nadie le había ocurrida nada parecido nunca (en la tele), seguramente era el único de todo el universo al que le habría ocurrido, seguramente a su hermano nunca e pasaría. Su ánimo se fue al suelo y se cubrió la cara con sus manos, olvidándose de que todavía ocurría algo en el campo de batalla.
Hut esperaba órdenes y a no recibirlas, se volteó a ver a un Victor descompensado. En ese mismo instante, el contrincante aprovechó de asestar un golpe final dejándolo fuera de combate. El pequeño pokémon regresó a su arbusto con cara de malas pulgas y desapareció en el follaje.

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La escena siguió intacta por un momento, él cubriéndose la cara y su Hoothoot sin poder moverse en el suelo. De vez en cuando separaba un poco los dedos para ver si Hut estaba bien pero el no se moviera hacía toda la situación peor. Rápidamente lo tomó entre sus brazos y casi llorando lo llevó corriendo al centro pokémon más cercano. Aún era de día, la hora de almuerzo para ser preciso y no había nadie en las calles. Llegó rápidamente, casi estrellándose contra las puertas corredizas.
-Eh… Eh… Esto… No sé qué se hace aquí, ¿Podría recuperar a mi Hoothoot? -tartamudeaba bastante pensando que alguien le juzgaría por el estado en que llevaba a su pokémon. La enfermera Joy, acostumbrada, lo tranquilizó y le explicó un poco acerca de las batallas, el centro y el mundo de los coordinadores en general. Al tiempo en que Hut estaba completamente recuperado, se despidió y salió en dirección a la zona salvaje en la que había peleado anteriormente. Según la enfermera, debería entrenar bastante antes de salir de la ciudad. Si un simple Cleffa pudo acabar con la voluntad de Hoothoot entonces no estaban muy bien preparados físicamente. Ahora sería diferente, ambos tenían ya una idea de lo dura que sería la batalla.

Un arbusto comenzó a moverse y el corazón se le subió al cuello por culpa de la adrenalina. Se asomó una oreja amarilla, luego la otra y al final el extraño pokémon sacó su cabeza y los miró con curiosidad. "Oh no, otra cosita tierna no" pensó con miedo y con señas le hizo saber a Hoothoot que no pelearían contra él. Su amigo ululó en tono de reproche y lo siguió. Esperaba que con alejarse un poco del lugar lograra que el roedor no los atacara, su forma tierna le decía que no lo haría… pero en su interior sabía que no debía fiarse de las apariencias nunca más.

Miró atrás un par de veces mientras se internaba en la zona y vio que el Pichu ya no lo seguía. Fugazmente se preguntó si el sector estaría plagado de pokémon tiernuchos superpoderosos. Se ajustó las gafas que le molestaban al reflejar mal la luz del sol y sin querer tropezó con algo. Cayó al suelo de cara, aunque alcanzó a apoyar sus manos para no romperse nada. Hoothoot rió sin fijarse en lo que había chocado, saltando en la cabeza de su dueño que intentaba reincorporarse. Lamentablemente, el obstáculo estaba vivo y enojado.

Al principio pensó que era el mismo rufián con el que había luchado con anterioridad, pero se le veía recuperado y con una energía inmensa para vengarse del que osaba pisarlo. Al percatarse del asunto, se puso de pie a una velocidad que creía imposible para su persona y de inmediato se puso en guardia. Hoothoot siguió su ejemplo y esperó órdenes como un buen soldado entrenado.
-¡No dejaremos que nos derroten esta vez! -exclamó enérgico- Usa Confusión, Hut.
El pokémon obedeció y se levantó unos centímetros del piso para lanzar su próximo ataque.

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El ataque no había salido como lo planeó, bajó en picada y casi le acierta de lleno de no ser porque el condenado Cleffa era rápido. Hoothoot se estrelló contra el suelo luego de golpear un costado del pokémon. Este aprovechó y asestó un golpe con Destructor.
Y ahí estaban, el chico pasmado y traumado de que no pudieran ganarle a un bebé, y Hut a punto de desmayarse. Quizás de verdad no debería haber salido de casa. Corriendo, arriesgándose a recibir un golpe tomó a su amigo en brazos y lo levantó. Este lo miró atónito mientras su dueño echaba a correr en otra dirección. No quería volver al centro pokémon tan pronto, no sabría donde meterse por la vergüenza. Esperaba poder huir de ese enfrentamiento.

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