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El hombro dónde cargaba su bolsa ya se le había entumecido. Pensó que quizás, se hubieran pasado un poco metiendo tantas cosas. Además, en cuanto gastó todo el dinero de su monedero, el peso de su bolsa se incrementó, con las cinco Pokéball que compró, y la garra afilada. — Uff... — suspiró cansada, para dejarse caer en la primera banca que encontró. A su lado, Kyle, pintaba una mueca de molestia. Ashe se sobaba el hombro. — Haa, inténtala llevar tú, listo. — levantó una ceja tras ver la reacción del Sneasel, y este, frunciendo el ceño, aceptó el reto y el resto del viaje fue llevando la bolsa. Rió entre dientes al ver a Kyle pasándolo mal, pero se hizo la loca y miró al frente. — Vaya, que fuerte eres, fufufu. — no evitó reír un poco al terminar la frase. Finalmente, soltó la bolsa con un gesto violento, y se tiró al suelo jadeando. Ashe chistó la lengua y recogió la bolsa, sin pararse. A los pocos minutos, Kyle corría desesperado para volver a su lado. Ashe sonrió.

No tardaron en llegar a una cueva en Johto. Lugar donde comenzaría su aventura. Lo único que pensaba Ashe era en deshacerse de algo de su bolsa, ya que le pesaba mucho, y aunque se turnaran en llevarla ella y Kyle, al final acababan los dos cansados. Eventualmente se fueron acostumbrando al peso. Pero, habían tardado todo el día en llegar a aquella cueva y ya era de noche. Ashe propuso volver a casa, pero Kyle se negó rotundamente. — Pues, como quieras. — respondió Ashe, y empezaron el primer entrenamiento de Kyle aproximadamente a las once de la noche, en medio de una cueva de Johto. Esperaron a la salida del primer rival.

—Pokémon salvaje aparece

No tuvieron que esperar mucho, ya que en un abrir y cerrar de ojos, tanto Ashe como Kyle habían sido atacados repentinamente por un Gligar salvaje. Esto hizo que Ashe se cayera hacia detrás, tirando la bolsa por el suelo. Kyle puso aguantar de pie, pero quedó un poco sorprendido por el repentino a ataque. La peliazul se subó la rodilla herida y se levantó, sin tardar. — Estoy bien, estoy bien. — anunció, mirando a Kyle. Entonces dirigió la mirada a aquel Gligar salvaje. — Kyle, ¿sabes lo que tenemos enfrente de nuestras narices? — sonrió atrevidamente, y el Sneasel cambió su mueca de enfado a una parecida a la de su entrenadora. — Hehehe, veo que nos entendemos. Ocupa Viento helado. — el Gligar se mantenía en el aire aleteando sus alas, pero no se daba cuenta de que estaba justo en frente de un Sneasel: ¡lo iba a pasar muy mal!

El Sneasel colocó sus garras al frente, en un gesto de desafío ante el Gligar. En cuando escuchó la orden de su entrenadora, en su interior empezó a crearse una gran cantidad de frío hielo, que fue lanzado por su boca en forma de un gran y violento viento helado. El Gligar se vio fuertemente afectado, y cayó del cielo en dónde se mantenía, debido a que el frío congeló sus alas. — ¡Bien hecho, Kyle! — felicitó Ashe a su Pokémon. Era un buen comienzo, al menos para aquel inexperto Sneasel, que se encontraba en su primera batalla. A pesar del frío que consumía el campo de batalla, crecía un calor dentro de Ashe. — No te detengas aquí, Kyle. Utiliza este viento para atacarlo de nuevo. — prosiguió, para dirigirse al Gligar, que comenzaba a levantarse después de aquel duro golpe.

— ¡U-Uwaah! — exclamó la peliazul, notando como su trasero impactaba contra el suelo rocoso, y a la vez un ser congelado chocaba contra su barriga. Con los ojos cerrados, se rascó la cabeza, adolorida. — Duele... — murmuró, intentando ponerse en pie. Ayudó a Sneasel a levantarse, por suerte, lo único que sufrió de daño Ashe fue que se cayó de culo, pero fue Kyle quien recibió todo el golpe. El Gligar había asestado un gran golpe contra el Pokémon de hielo, un golpe que ninguno de los dos se veía venir. — ¿Estás bien? ¿Puedes seguir? — escaneó a el Sneasel de arriba a abajo, en busca de alguna herida de gravedad. Pero no hubo, por suerte. Kyle asintió, sacundiendo su cuerpo. — OK, vamos a darle su merecido a ese Gligar. Vuelve con Viento helado. — con el fuerte golpe del Gligar, se había disipado todo el campo helado que el Sneasel había creado. Pero no tardaron en volverlo a crear.

De nuevo, el Sneasel lanzó por sus fauces una ventisca de viento congelado, ésta vez más fuerte que la anterior: las rocas que lo rodeaban se habían vuelto estalactitas, y hasta Ashe empezó a temblar, llevando un abrigo especial para la nieve. Se picó la nariz ante la amenaza que le daba de estornudar, y se dirigió a Sneasel. — Hey, tampoco te pases, estamos entrenando. — le advirtió, viendo como había quedado todo. El Gligar podría caer debilitado en cualquier momento, y ella quería capturarlo. — Pero buen trabajo. — le sonrió finalmente, para luego buscar en su mochila una de las cinco Pokéball que había comprado. La escogió y la lanzó contra el Gligar, ahora que estaba en el suelo aturdido.

La Pokéball fue lanzada contra el Gligar, en el cual impactó, para luego meterlo dentro. Cayó el suelo rocoso y empezó a moverse de un lado a otro. Fueron los segundos más largos de la vida de Ashe. El Sneasel no prestaba mayor atención a la primera captura de Ashe, estaba más concentrado en sanar sus heridas, lamiéndose las patas. Sinceramente, parecía un gatito. — Vamos, vamos... — murmuró, impaciente. Por fin, se escuchó un 'click', y la Pokéball selló en su interior a el Gligar que tanta guerra les había dado. Lo primero que hizo Ashe fue soltar una bocanada de aire que, en primer lugar, no sabía que estaba reteniendo. Lo segundo, coger a Kyle de las patas delanteras y empezar a saltar. Éste se quitó bruscamente. — Meeh, aburrido. — le sacó la lengua, y luego fue a recoger la Pokéball.