Necesito curar a mis Pokémon

Allí llegó Alex, exhaltado y con su pequeño Ralts en brazos, acababa de capturar a un nuevo pokémon, pero eso le había costado la propia salud a pequeño compañero, el moreno apreciaba muchísimo a Ralts, era como su mejor amigo, su confidente, Ralts conocía todo lo que Alex le había contado, así como su vida entera y que ahora estuviera debilitado le dolía, de esta manera, el hombre de orbes violáceos se metió en el Centro Pokémon, pidiendo que curasen a su Ralts de forma urgente, el grandísimo problema fue que todas las máquinas estaban actualmente ocupadas y se tardaría un poco en curar al Pokémon, pero bueno, Alex podía esperar, se sentó esperando su turno, mientras, observaba a su pokémon y recordaba siempre el día en el que se encontraron, aquella vez que el joven moreno caminaba por los caminos de Ciudad Iris, y entonces, ¡ZAS!, apareció un Pokémon, un pokémon salvaje que intentó atacar al joven, pero otro pokémon se puso por medio, un pokémon muy extraño en aquellas regiones, un Ralts, este último utilizó un ataque de gran potencia y consiguió que el otro pokémon saliera corriendo, desde ese momento, el moreno y el pequeño pokémon de sombrero verde se hicieron amigos y en unos años se fueron en busca de aventuras.

Pasaron 5 minutos y entonces llamaron a Alex, le pidieron que le entregaran a Ralts y lo metieron en una habitación, allí, se pusieron a tratar al pequeño, Alex estaba impaciente, estaba muriéndose por volverle a ver andar, esperaba en la sala de espera y entonces, una luz se encendió y el pequeño Ralts salió acompañado por aquella mujer, la enfermera Joy -Aquí está, espero que no tengamos que volver a verlo por aquí- dijo la mujer riendo un poco y entonces, Alex le contestó -Por supuesto, tendremos mucho más cuidado la próxima vez... Vamos, Ralts- el pequeño pokémon comenzó a seguir a su compañero humano y ambos salieron del Centro Pokémon en busca de más aventuras, ah, bueno y también se ocuparon de tratar al nuevo integrante, Elekid.